miércoles, 15 de febrero de 2012

México aún no vislumbra consecuencias de la sequía en la seguridad alimentaria: expertos

Lejos de aliviar la situación, las políticas públicas generan más pobreza y desigualdad en el mundo

Los fenómenos de El Niño y La Niña agravan la situación, sobre todo en el norte del país, destacan

La seguridad alimentaria está en riesgo a escala mundial, y México no es la excepción, debido al cambio climático y los fenómenos de El Niño y La Niña, que han influido en el problema de la sequía que afecta diversas regiones, principalmente en el norte del país y que, como resultado, han generado escasez de alimentos, coincidieron investigadores de los institutos Mora y de Ecología-Chihuahua, al ofrecer una videoconferencia.

El riesgo de que ocurra un desastre está más determinado por factores sociales, que implican impulsar políticas públicas acordes con el escenario nacional, mismas que deben considerar no sólo los efectos ambientales, advirtieron.

Víctor Manuel Reyes Gómez, del Instituto de Ecología-Chihuahua, explicó la relación de ambos fenómenos naturales con la sequía que enfrenta el estado. Señaló que si bien El Niño tiende a generar grandes cantidades de lluvia, repercute negativamente en los escurrimientos naturales, la economía y la ecolo- gía del estado.

Dijo que cada 100 años se presenta en la entidad una sequía severa que puede durar más de cinco años, y cada 40 o 50 años puede ser menos grave, ya que de acuerdo con sus investigaciones, si el fenómeno de El Niño es intenso, los escurrimientos naturales son afectados, y la desertificación puede agravarse si La Niña también es de grandes dimensiones, lo que ocasiona –dijo– serios conflictos por el uso de agua.

Reyes Gómez abundó que los eventos hidro-meteorológicos extremos son amenazas latentes, y el riesgo de que ocurra un desastre está determinado por la ocurrencia de diversos factores de exposición y vulnerabilidad, los cuales son más bien de carácter social y, en consecuencia, susceptibles de modificar mediante políticas públicas de mitigación. Varias de las iniciativas actuales de atención son de carácter internacional, y si bien hay avances, en el ámbito estatal se requieren estrategias integrales y organizadas para enfrentar las afectaciones por la sequía, en las cuales se debe involucrar a la sociedad.

Por separado, Gabriela Sánchez Gutiérrez, coordinadora del Observatorio de la Cooperación Internacional para el Desarrollo, del Instituto Mora, señaló que es claro que la crisis alimentaria mundial es consecuencia de un modelo de desarrollo y de políticas económicas que lejos de resolver la situación, son generadores de más pobreza y desigualdad. Los más afectados por la crisis de los alimentos son las naciones pobres importadoras de comestibles, señaló.

Este problema –advirtió– tendrá en México consecuencias que aún no alcanzamos a vislumbrar, pues la sequía afecta a más de mil 200 municipios de varias entidades, y muchos de ellos han sido declarados en estado de emergencia.

En particular –dijo–, el reto de la población rarámuri de Chihuahua no es nuevo: desde la época de la Colonia, las comunidades han sufrido pobreza, analfabetismo, hambre, sequías e injusticia.

Lo que ocurre en la sierra Tarahumara –aseguró– es muestra clara de la ineficacia de las políticas de desarrollo aplicadas durante muchos años, pues de acuerdo con la especialista, el hambre que padecen los indígenas es anterior a la actual sequía, y continuará después de ella si no se transforman a fondo el modelo de desarrollo y las políticas de gobierno.

México es y seguirá siendo un país con alta vulnerabilidad al cambio climático, por lo que deberá expandir el término seguridad nacional para contemplar amenazas que van más allá de la esfera militar y del combate al crimen organizado, en virtud de que la escasez de recursos, las pandemias y la migración por razones ambientales son cada vez más notorias e intensas, comentó durante su intervención el especialista Simone Lucatello.




Fuente: La Jornada