miércoles, 29 de agosto de 2012

MVS y Aristegui, por una competencia real en los medios

Destacó la periodista la forma descarnada e insólita en la que el gobierno los presionó

Es necesario cambiar el paradigma de que la libertad de expresión puede ser moneda de cambio

Después de una plática con Joaquín, Ernesto y Antonio Vargas Guajardo, propietarios de Multivisión (MVS), la periodista Carmen Aristegui señaló que el compromiso del noticiero que encabeza y el de su equipo de trabajo es seguir informando a la audiencia, y ejercer un periodismo abierto, libre, plural y diverso.

Dijo que tiene la convicción de que después de la forma descarnada e insólita en la que se expusieron presiones y usos indebidos del poder, es necesario cambiar el paradigma que retrata el intercambio de favores y que la libertad de expresión puede ser una moneda de cambio, por lo que se hace indispensable promover la competencia real en las telecomunicaciones, la democratización de los medios y el avance de la democracia en el país.

Destacó que sólo en MVS se ha logrado instituir un código de ética y la figura de un interventor para dirimir diferencias entre la empresa y la periodista, así como la incorporación de un ombudsman como árbitro para defender el ejercicio periodístico, la libertad de expresión y el derecho a ser informado.

Apremió a los legisladores por entrar al cargo a trabajar en la democratización de los medios e invitó a otros comunicadores y empresas a reproducir el ejercicio que se lleva a cabo en MVS, como herramienta para garantizar los derechos de los periodistas y de los ciudadanos, pero también para transparentar la relación entre los comunicadores con los concesionarios, con el poder político y con las propias audiencias.

La periodista tuvo una larga y productiva conversación con los empresarios, a casi una semana de que el presidente del consejo de administración de MVS, Joaquín Vargas Guajardo, ofreció pruebas sobre la manera en la que el gobierno federal lo presionó para que Carmen Aristegui se disculpara con el presidente de la República por haber aludido a sus supuestos problemas de alcoholismo, y la forma en que los chantajearon por esa vía para que conservara las concesiones que tiene en la banda de 2.5 gigahercios (Ghz), así como la aprobación de su proyecto Banda Ancha para Todos.


El resultado de esa plática, dijo, es que la apuesta de su equipo de colaboradores, ahora refrendada, aumentada, fortalecida, es ejercer un periodismo libre, plural abierto, diverso, con las herramientas que nos hemos dado nosotros mismos como grupo de comunicación y de periodistas, como el código de ética, el interventor y el ombudsman.
Dijo que este compromiso como grupo de comunicación y equipo de periodistas también lleva la convicción de que en la radio y la televisión se tiene que insistir en que “tiene que cambiar este paradigma, este tipo de conductas que fueron expuestas de forma descarnada a raíz de la banda de 2.5 y de aquella exigencia absurda (la disculpa al presidente).

Todo esto que ha quedado ahí en esta exposición insólita no puede quedar en un asunto infértil, tiene que contribuir a elevar los niveles de exigencia al Congreso, a la autoridad, a los propios concesionarios, a la sociedad mexicana misma, para cambiar esos paradigmas y preguntarnos qué tanto cambió y qué tanto no cambió con la transición mexicana, cuánto se logró avanzar y cuánto no en materia de democracia.

Dijo que tienen razón los miles de jóvenes que hoy exigen democratización de los medios, el cambio de este paradigma que retrata el intercambio de favores, tener la noción antidemocrática de que la libertad de expresión puede ser una moneda de cambio y todo lo que quedó exhibido.

Advirtió que ese tipo de expresiones no caben ya en los códigos democráticos del país y eso es lo que debe ser modificado, algo que compita, la competencia real en las telecomunicaciones, en la televisión, en la radio, que se haga lo necesario para que los derechos de las audiencias y de los periodistas estén absolutamente resguardados de este conjunto de presiones y de usos indebidos de poder, que tuvieron que romperse por lo más delgado de la cadena.




Fuente: La Jornada