miércoles, 7 de mayo de 2014

Cuidado con la tarjeta prepago de CFE

En días recientes la Comisión Federal de Electricidad (CFE), inició una campaña para promover el cambio y actualización del sistema de medición y cobro que emplean en la república mexicana. El “viejo” sistema que eventualmente la CFE pretende sustituir,  tiene características específicas tales como: pago por contratación e instalación, pago bimestral de los cargos que se generan por el uso de electricidad, registro y cobro del pago llevado a cabo por empleados de la CFE, cobro del servicio vía factura o recibo generado “post uso”, revocación o “corte” manual del servicio en caso de incumplimiento del contrato y más responsabilidades que CFE lleva a cabo acerca del servicio que proporciona y los datos relativos al funcionamiento del mismo. Actualmente todas estas tareas son gestionadas por personal que se desplaza a los domicilios de los usuarios o que labora en las oficinas e instalaciones de la propia CFE.

Los cambios que propone la CFE con su nuevo medidor y sistema son también varios: en primer término declaran que el medidor digital es opcional y que puede ser cancelado para usar uno “tradicional” en cualquier momento, también se aclara que la medición del cobro de la energía eléctrica será mensual en vez de bimestral y la responsabilidad de dicha medición recaerá en el usuario directamente; para tal fin la CFE también proporciona una tarjeta “inteligente” cuya inserción en el medidor durante 15 segundos,  debe bastar para almacenar en dicha tarjeta el costo total a pagar en los cajeros automatizados de la CFE y finalmente el contrato del nuevo medidor es un experimento con miras a volver el sistema eléctrico nacional un servicio de prepago.

El proceso que CFE ha iniciado para promover  y colocar su “nuevo” sistema no ha sido bienaventurado y mucho menos exitoso. Las dificultades han comenzado desde los gastos que se han generado  por concepto de publicidad, instalación de medidores nuevos, procesos para desechar los medidores actuales, elaboración de tarjetas de usuario funcionales, modificación de cajeros de cobro o instalación de nuevos y  colocación de dispositivos anexos que se lleguen a requerir para la actualización física de la red eléctrica nacional y local en algunos casos. Aparte de los gastos que se han ido generando por posibles fallos del  nuevo sistema y  que de manera indiscutible cuestan y costarán dinero a los usuarios de CFE.  Este sistema no es económico a corto plazo y no lo será a mediano plazo tampoco, lo cuál lo vuelve un lujo que México no requiere.
A semanas de haber comenzado el cambio de medidores e instalación de los mismos en diversos hogares mexicanos  ya han aparecido fallos imperdonables e incómodos, el primero de ellos ha sido que en varios sitios de la república mexicana los empleados de CFE han coaccionado a los que solicitan contrato de conexión eléctrica a llevar a cabo su solicitud dentro del nuevo sistema digital,  eliminando con esto la supuesta cláusula donde se le describe como optativo. La supuesta excusa de los empleados para comportarse de esta manera tan cuestionablemente ética y falaz con los nuevos usuarios, ha sido decir a los mismos argumentos sin sustento tales como “De todas formas tarde o temprano tendrán que cambiarse” (sic).

El segundo error de funcionamiento del nuevo sistema ha sido una falla masiva en el funcionamiento de las tarjetas y/o los medidores digitales instalados por la CFE. Varios usuarios que han intentado pagar su servicio eléctrico se han topado con que los cajeros habilitados  por la CFE no reconocen las tarjetas digitales, generando con esto pérdida de tiempo a dichos usuarios que en vez de ver agilizado su pago, más bien han tenido que recurrir a las oficinas de CFE para no perder su contrato y servicio eléctrico en consecuencia al no poder pagar su saldo pendiente. En estas condiciones de mala operación, no se puede cambiar el servicio de electricidad en México a un sistema de prepago, especialmente cuando ya se está comprobando que las instalaciones de CFE operan inadecuadamente.

Y el tercer fallo derivado de un salto digital para el cuál CFE aún no parece estar lista, consiste en la pérdida de la “mano razonada y humana” para corregir errores. Infortunadamente en México los empleados de empresas o corporaciones “grandes” suelen darle la razón a  las computadoras  antes que a los usuarios. Es cierto que la capacitación que se suele dar en muchos sitios para el uso de tarjetas digitales y similares herramientas no es infalible o perfecta, pero también es notorio que una falla del sistema en una empresa mexicana del tamaño de CFE no se toma como un “error de sistema” hasta que se reportan una gran cantidad de casos. Este error ya ha comenzado a manifestarse a través de cobros disparados por parte de CFE que curiosamente han afectado a los usuarios “digitalizados”.  Los cobros mensuales que ha hecho el nuevo sistema a los usuarios de manera “inflada” han llegado a exceder de 2 a 4 veces el importe de una tarifa bimestral del sistema “antiguo”.

Finalmente, este supuesto sistema mejorado deja abiertas dos posibilidades poco realistas para el futuro del país. La primera es el potencial despido de personal que será remplazado con un sistema digital sin la calidad suficiente para cumplir las tareas para las que supuestamente ha sido habilitado; la segunda posibilidad irrealista es la asunción de que los contratantes de CFE van a aceptar “con el tiempo”  un sistema más costoso y menos eficaz como servicio prepago. Especialmente cuando es notorio desde el inicio que dicho sistema estrangula la economía de los usuarios  a cambio de un servicio que no mejora e inclusive empeora en varios aspectos las condiciones de vida de quien lo contrate.  Lo que CFE plantea con este sistema mal emplazado, es un paso monopólico muy abierto y aplastante en contra de sus usuarios, proponer un cambio en las condiciones de un servicio que le sale demasiado caro al pueblo mexicano siempre será un lujo innecesario, sobre todo si dicho cambio no es sometido a consulta ni explicado en una relación costo-beneficio realista... Pero eso, se los dejo para mañana… 




Fuente: Sexenio| ARTURO MEJÍA AREVALO