domingo, 23 de agosto de 2015

Desayunos escolares: las empresas engordan, y los niños también

La salud de la niñez mexicana sufre en dos vías: desnutrición y sobrepeso. Contrario a la antigua manera de ver esta situación, ambos padecimientos están englobados en los males de la alimentación que las políticas de salud alrededor del mundo intentan mermar.

En México las cifras son contundentes, uno de cada tres niños presenta obesidad o sobrepeso, y el 10 por ciento de los infantes en etapa escolar sufre anemia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012.

Y hoy, tan sólo en atender las consecuencias de la obesidad, la Federación gasta más de la mitad de los 134 mil millones pesos asignados al rubro de salud.

Este gasto hace que el futuro sea desalentador, de acuerdo con expertos consultados. Ellos advirtieron que los daños metabólicos provocados en la niñez impactarán en edades más tempranas que antes, afectando la productividad del país.

Mientras tanto, diversos estudios afirman que los niños con hambre no son capaces de rendir en la escuela. El último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sobre la pobreza informó que hay 24 millones de personas que viven con un salario por debajo del bienestar, las cuales necesitan ayuda alimentaria.

Esta semana el Gobierno se congratuló por hacer esos esfuerzos mediante la Cruzada Nacional Contra el Hambre, pero datos del Coneval sostienen que el 42.5 por ciento de los atendidos mantuvieron las mismas condiciones de hambre tras ser intervenidos.

¿Qué programas están destinados a atender este problema en la población infantil? Uno de ellos es el de “desayunos escolares”. ¿En qué consiste?, ¿qué beneficio ha traído? Fuentes consultadas por SinEmbargo indican que los principales favorecidos no serían los niños.

Expertos coinciden en que la desnutrición en la etapa escolar es una tarea pendiente de las autoridades del Gobierno, que hace su propia interpretación de las cifras de desnutrición en México.

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012 refirió que en México hay 302 mil menores de cinco años que presentan bajo peso, un millón 467 mil baja talla y 171 mil emaciación o enflaquecimiento extremo.

La encuesta afirmó que la desnutrición crónica descendió de forma sostenida del 2000 al 2012, como también los niveles de anemia. No obstante, los expertos se alejan del discurso oficial y ven estos datos desde otra perspectiva.

“En el caso de la desnutrición siempre hay una tendencia secular [cambios a lo largo del tiempo] a la disminución. Es difícil que haya repuntes, pero en ese ‘México trágico’, la desnutrición es como la de Haití, no aumenta, o en África que no aumenta”, dice Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y ex miembro del Comité de Expertos de la Cruzada Nacional Contra el Hambre, en entrevista con SinEmbargo.

De acuerdo con el investigador, las zonas de desnutrición infantil más afectadas en la república son Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Veracruz, que presentan, en efecto, una tendencia a la desaparición de la desnutrición, pero, que conllevaría al menos 70 años.

“La desnutrición se ha dado más en los estados indígenas y del sur. En general, hay una importante permanencia de la desnutrición infantil. Que podríamos llamarle la desnutrición transgeneracional. Madres que fueron niñas desnutridas, que siguen padeciendo carencias de desnutrición, tienen hijos ya con un rezago nutricional in-útero, que a los primeros dos o tres años sufren desnutrición importante”, continúa el experto.

En el otro aspecto de mala nutrición, el país ocupa el primer sitio a nivel mundial en obesidad infantil.

Los niños en edad escolar, (de 5 a 11 años), manifestaron, de acuerdo con la Ensanut 2012, una prevalencia de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento, de la que a la obesidad y sobrepeso corresponden, respectivamente, el 14.6 y 19.8 por ciento.

De acuerdo con la organización El Poder del Consumidor (EPC), esta realidad estaría violando el compromiso hecho por México al adherirse a las recomendaciones plasmadas en el Plan de Acción para la Prevención de la Obesidad en la Niñez y la Adolescencia de la Organización Panamericana de la Salud.

“En México las regulaciones para el etiquetado y la publicidad dirigida a la infancia, elaboradas por Cofepris [Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios] se realizaron con los criterios de la propia industria“, dijo el director de EPC, Alejandro Calvillo con motivo del llamado que hizo la Organización Mundial de la Salud (OMS) a luchar contra la obesidad infantil a principios de este mes.

“En términos internacionales el porcentaje es muy amplio. Pero en el caso de México, reviste una peculiaridad muy importante. No sólo es el sobrepeso sino la gravedad del daño metabólico que genera en nuestra población escolar”, explica Ávila.

De acuerdo con el investigador, las personas que han sido desnutridas tienen una mayor probabilidad de ser obesos, ya que al perder talla, los adultos tienen más facilidad de rebasar un peso sano.

La Ensanut sostuvo que el rezago de talla para la edad afecta a un 13.6 por ciento de los menores de 5 años. Esto representa a 14 de cada 100 preescolares, un indicador de desnutrición crónica. Y de acuerdo con datos oficiales retomados por el Programa Mundial de Alimentos, este mal afecta a 2.1 millones de niños.

DESAYUNOS ESCOLARES

En México 6.1 millones de desayunos escolares son entregados cada día por las distintas dependencias estatales del Desarrollo Integral de la familia (DIF), programa que arrastra problemas estructurales que lo hacen ineficiente.

“Hay una falla estructural central que es que los alimentos de la gran mayoría de los comedores comunitarios de la Cruzada y desayunos escolares están basados en alimentos industrializados, obesigénicos, en lugar de estar basados en alimentos locales, la producción local de alimento. Es decir muchos de los desayunos escolares se han convertido en un enorme negocio de consorcios técnicos, para demostrar cómo la lógica de funcionamiento de estos programas opera más a intereses económicos”, dice Ávila.

La Ensanut 2012 especificó que de los programas sociales, fue éste uno de los de mayor cobertura en el ámbito nacional, con un porcentaje del 12.2 en los hogares, 3.1 millones de niños los que reciben un desayuno frío y 3 millones uno caliente, de acuerdo con datos del DIF.

“En 2012 el desembolso del programa Desayunos Escolares ascendió a 365.7 millones de dólares. La mayor parte del costo total proviene del presupuesto federal, en vista de que éste cubre los costos de los alimentos”, citó un informe del Programa Mundial de Alimentos en el 2014.

Sin embargo, estos recursos no estarían viéndose reflejados en la calidad alimentaria de los niños por las decisiones de compra que están dirigidas a favorecer el lucro de los productos, afirmaron los consultados.

“La estructura de compras de estado para comedores comunitarios y para desayunos del DIF, se basa, por ejemplo, en comprar 5 millones de bricks. Éstos adentro traen jugos dulces, leche industrializada, la cubierta de cartón es lo caro, y adentro puede que tenga un jugo con alta concentración de azúcar”, especifica el experto.
Debido a que cada entidad federativa realiza las licitaciones de los productos que integran el desayuno escolar, sería una práctica común que las empresas grandes ganen estos espacios a las pequeñas, que en ocasiones manejan productos locales.

“Ganan las empresas más grandes. Porque algunos las consideran más eficientes, otras veces, porque logran cumplir los requisitos más rápidamente. Por ejemplo, a veces la licitación pide el análisis bromatológico de todos los alimentos y para eso tienen que pagar un laboratorio, y eso no es costeable para todas las empresas pequeñas”, explica Fiorella Espinosa De Candido, coordinadora en Salud Alimentaria de El Poder del Consumidor, en entrevista.

Durante el despliegue, los gobiernos estatales y municipales financian los costos no alimentarios. Lo que abarca infraestructura, instalaciones de cocina, utensilios y salarios del personal.

CUMPLIMIENTO NUTRICIONAL

“Los niños tienen que tener una alimentación orientada al plato del bien comer. El desayuno debe de incluir frutas o verduras, cualquiera de las dos, debe de incluir cereales o tubérculos, avena, pan integral; y puede incluir leguminosas o algún contenido de origen animal, para que le den proteína”, es lo que un niño debe ingerir en un desayuno, de acuerdo con la experta Araceli Martínez Coronado, responsable del Área de Nutrición de la Universidad La Salle.

Los “desayunos escolares” llegan a un 25 por ciento de la población matriculada en las escuelas del país, de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos.

Los desayunos fríos son una entrega que incluye leche semidescremada ultrapasteurizada; alguna galleta, barra o cereal; y una fruta deshidratada. Mientras que los calientes involucran la participación de los padres para cocinar.

En la modalidad caliente se intenta que las madres de familia preparen un desayuno ya en una cocina o un comedor, y justamente eso es lo que les va a dar mayor o menor calidad del desayuno. Los estados tienen cierta independencia.

Los lineamientos de lo que deben incluir los desayunos están integrados en la Estrategia Integral de Asistencia Social Alimentaria 2015. Así como el máximo de sodio, fibra, azúcares, grasas totales y saturadas.

“Sí cumplen con los requisitos nutrimentales, pero hay que recordar que nuestros alimentos no deben ser siempre los mismos. Es ahí donde yo pondría el ‘pero’. A veces es por la comodidad de los que manejan estos programas”, dice Martínez Coronado a SinEmbargo.
De acuerdo con la coordinador de Salud Alimentaria de EPC, el problema del Programa desayunos escolares es que no pasa por los lineamientos, que sí están acorde a las proporciones saludables en la etapa infantil, sino en su cumplimiento.

Parte de los problemas de este modelo, refirió Espinosa, es la falta de capacitación de dicho personal y la falta de coordinación del DIF en los tres niveles de gobierno. Más el hecho de que los comités de padres se involucran en la mitad de desayunos escolares, hace que las dinámicas de cada escuela sean muy variables.

“Hay lugares donde los padres trabajan desde la mañana a la tarde. Eso depende mucho de las actividades económicas que haya en la comunidad. Y la insuficiencia generalizada de recursos no alcanzaría para que se supervise a todas las escuelas”, continúa.

En el caso del Distrito Federal, las autoridades estimaron que en el ciclo 2014-2015 se entregaron 95 millones 898 mil desayunos.

Un informe de evaluación interna del Programa Operado en el 2014, enfatizó que dentro de las debilidades de este programa se encontraron la falta de recursos materiales y humanos para la atención adecuada del derechohabiente, la ausencia de información para la construcción y seguimiento de indicadores y que no se cuenta con una Matriz de Indicadores para Resultados.

Esta última se basa en lo que “el programa pretende hacer y cómo, cuáles son los supuestos claves y cómo los insumos y productos del programa serán monitoreados y evaluados a través de indicadores de cumplimiento de metas asociadas a objetivos”, acusó el informe.

México es el segundo país en el mundo, después de Estados Unidos, que destina el mayor presupuesto a enfermedades relacionadas con la obesidad, según un reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

La Secretaria de Salud Mercedes Juan López dijo hace dos meses en una conferencia de prensa que más de la mitad del presupuesto asignado a salud se va en atender las comorbilidades de la obesidad. Y de acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2015 al rubro de salud le corresponden 134 mil millones de pesos.

“Hay dinero, pero no sabemos a quién está beneficiando. El Estado ve a los niños y niñas como propiedad y responsabilidad de la familias, y asume que la calidad de vida y alimentación, es responsabilidad abierta de ese núcleo, lo cual es equivocado porque el Estado es el garante de los derechos. El comer bien, cruza con el derecho a una vida saludable y en nuestro caso, las familias no tienen la capacidad de comprar la canasta básica. Lo que pone en riesgo que sus tasas alimentarias generen la obesidad infantil”, dijo a SinEmbargo, recientemente, Martín Pérez García, Director general de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Fuente: Sin Embargo| Por Juan Luis García Hernández