martes, 11 de agosto de 2015

Y ahora desaparecen dos académicos de la Universidad Veracruzana

Estudiantes de la Universidad Veracruzana protestan en Xalapa. 
Foto: Rubén Espinosa

XALAPA, Ver.- Con los reflectores puestos sobre su persona por la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera y tres mujeres más –los dos primeros con antecedentes de agravios en esta entidad–, el gobernador Javier Duarte enfrenta otro escándalo: la desaparición de dos académicos de la Universidad Veracruzana (UV).

En un comunicado, la institución educativa pide la intervención del gobierno estatal y de la Fiscalía General para localizar a los dos académicos desaparecidos desde el pasado domingo 9.

La identidad y datos generales de los académicos fue catalogada como “reservada” por la propia Rectoría de la UV, para no poner en riesgo su seguridad.

Asimismo señala que ante los “nuevos episodios de violencia” que afectan a la comunidad universitaria, ya se han establecido mecanismos de coordinación con los cuerpos oficiales en la materia, así como de comunicación con los familiares afectados.

Ayer durante el inicio a clases de las nuevas generaciones de la Universidad Veracruzana, la rectora Sara Ladrón de Guevara se abstuvo de dar declaración alguna con respecto a esta doble desaparición.

En su edición de este martes, La Jornada Veracruz consigna que el secuestro de uno de los catedráticos ocurrió en la comunidad de Huazuntlán, municipio de Mecayapan.

Sus compañeros de trabajo y activistas de la sierra, aseguraron a este rotativo que la desaparición del académico tiene un móvil político, pues el docente fue “levantado” por un grupo armado desde el pasado sábado por la tarde: “Ese mismo día los familiares recibieron una llamada para pedir el rescate y apenas se han filtrado detalles de las negociaciones”, cita el periódico.

Hasta el momento la Fiscalía General del Estado no ha emitido posicionamiento alguno sobre este hecho, del cual la Universidad Veracruzana ha exigido una rápida respuesta gubernamental.




Fuente: Proceso| NOÉ ZAVALETA