lunes, 19 de septiembre de 2016

Incurrió Peña en “acto inmoral” al presumir que toma Coca Cola Light a diario: ONG| “Peñabots”: ¿Cuántos son? ¿Cuál es su fundamento legal? (Primera parte)

Peña inauguró el Centro de Innovación y Desarrollo de la refresquera el pasado 8 de septiembre. Foto: Presidencia de la República

Enrique Peña Nieto incurrió en un acto “inmoral” el jueves 8, cuando declaró que “el presidente de la República toma Coca Cola todos los días… Coca Cola Light”, pues según Erick Antonio Ochoa, integrante de la Fundación Interamericana para el Corazón, “es como si el presidente recomendara que fumáramos tabaco o mariguana, o que tomáramos alcohol”.

Además, según Enrique Gómez Álvarez, integrante de la Asociación Mexicana de Cardiología, los refrescos light contienen edulcorantes que “descomponen la flora intestinal, intervienen en el metabolismo e inducen resistencias a la insulina”, aseveró durante una conferencia que realizó hoy la Alianza por la Salud Alimentaria (ASA).

Según Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor e integrante de la ASA, las campañas que difunde la Secretaría de Salud –entre ellas “Chécate, Mídete, Muévete”– le convienen a la industria, ya que se limitan a promover una vida saludable sin señalar el vínculo de la obesidad con el consumo de la alimentación chatarra y de refrescos, como el Estado lo hizo en el caso del tabaco o del alcohol.

“Esta campaña no tiene impacto sobre el consumo”, lamentó Calvillo, al añadir: “Además, las instituciones públicas nunca invertirán la misma cantidad en campañas de prevención que las sumas que invierten las industrias en promocionar sus productos”. Cada año, aseguró el activista, se estima que las transnacionales erogan entre 3 y 4 mil millones de pesos en propaganda.

Ciencia capturada

Documentos internos de la industria estadunidense del azúcar demuestran que los grandes corporativos de ese sector supieron desde los años cincuenta que el consumo de grasas saturadas y azúcares provocaba enfermedades mortales del corazón, según un estudio que publicó el Journal of the American Medical Association el lunes 12.

De acuerdo con ese reporte, en lugar de desalentar el consumo de azúcar, la industria financió estudios científicos para desviar la responsabilidad de la obesidad hacia únicamente el consumo de grasas.

Con el paso de los años, la industria refresquera sustituyó a la industria del azúcar en el cabildeo para impedir la adopción de políticas públicas que desincentivaran el consumo del edulcorante y, por extensión, de refrescos, aseveró Calvillo, al añadir que esta estrategia se ve reflejada en “el dogma del balance energético”.

Este dogma es el argumento de la industria chatarra y refresquera, según el cual la obesidad no deriva del consumo de alimentos ultraprocesados de mala calidad nutritiva, sino que proviene de la falta de actividad física para eliminar las calorías ingeridas, alertó el activista.

En Estados Unidos, por ejemplo, Coca Cola financió a un grupo de académicos de la Universidad de Carolina para fundar la iniciativa Global Energy Balance –Balance Energético Global, en español–, la cual sostiene que la obesidad y las enfermedades asociadas nacen de la falta de ejercicio, según se reveló el año pasado.

Y en México, desde el pasado 15 de julio Coca Cola está asociada con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para “promover la investigación” a través del Premio Nacional en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

Calvillo también recordó el caso del evento organizado por el International Life Science Institute de México el año pasado, en el que la institución –financiada por las industrias chatarra y refresquera– invitó al cardiólogo estadunidense James Rippe.

Durante el evento el médico, al que la poderosa Asociación de Refinadores de Maíz patrocinó durante cuatro años con 10 millones de dólares, redujo la importancia del consumo de bebidas azucaradas en la salud y aseveró que el impuesto a éstas era “inútil”.

“Peñabots”: ¿Cuántos son? ¿Cuál es su fundamento legal? (Primera parte)

En un estudio hecho por el reconocido periodista Daniel Pensamiento y Abel Jonathan Espinosa, un joven ingeniero en mecatrónica egresado del Tec de Monterrey y posgraduado en inteligencia de redes y nuevas tecnologías de la información, se revelan datos duros sobre las redes sociales y el presidente Enrique Peña Nieto. Publicaron ya un resumen informativo. Me han facilitado, empero, su estudio completo y desglosado que es inédito, y el cual contiene un sinnúmero de datos interesantes, que resulta de gran interés analizar. Veamos.

Los “PeñaBots” son cuentas de usuarios simulados y muchos automatizados en Twitter y Facebook que tienen los siguientes propósitos: a) Emitir juicios de valor positivo a las acciones o tuits del presidente Enrique Peña Nieto (EPN) y su entorno cercano; b) Borrar comentarios negativos, que se tardan un minuto en promedio y c) Articular discursos de coyuntura, sin argumentos, pero tratando de crear sofismas (mentiras disfrazadas de verdad o de comentario mínimamente racional para impugnar las críticas a EPN. El estudio de Espinosa y Pensamiento – que va del 1º de enero al 1 de septiembre del 2016- sostiene que existen 640 mil 321 cuentas de “Peña Bots” en Facebook y un millón 216 mil 093 cuentas en Twitter.

Para separar los “PeñaBots” de los usuarios reales que efectivamente confían en EPN y su forma de gobierno, se hizo un análisis de tendencias de los contenidos de esas cuentas y su identidad en contenidos o similitud de mensajes, aunque no sean exactamente iguales. En la mayor parte de los casos los “PeñaBots” sólo emiten contenidos positivos de EPN y su entorno (59%). El resto (41%) los “PeñaBots” generan contenidos diversos, pero se “encadenan” o “enlazan” cuando se trata de apoyar a EPN en momentos de crisis.

Las cuentas de “PeñaBots” son integradas en el mayor número de los casos de falsos usuarios, pero también hay usuarios reales que rentan sus comentarios o prestan sus servicios a la Presidencia de la República. Se usan para generar falsas tendencias de notas al darles like o compartir en Facebook y en Twitter a los contenidos que se quiere apoyar o, por el contrario, criticar las informaciones u opiniones opuestas al guion oficial de la presidencia de la República.

Pueden, como es entendible, adquirir la forma de mujer o de hombre, generalmente en la franja que va de los 23 a 40 años para imprimir a esa política de comunicación mayor sentido de racionalidad, de suerte que se puedan infiltrar como usuarios reales, participativos y firmes en sus convicciones. A mayor complejidad en la configuración de los “PeñaBots” mayor incidencia en las redes generando, al menos, alguna duda en los verdaderos usuarios no pagados para expresar sus puntos de vista a favor o en contra, en espera de generar estrategias para dar vida a la “espiral del silencio” que ha desarrollado Elisabeth Noelle-Neumann. (Generar tantos comentarios en un mismo sentido que inhiben a una parte de los usuarios reales para expresar su punto de vista por temor a ser aislado de una tendencia de opiniones, sin saber en este caso que esa corriente de opiniones es falsa).

Los “PeñaBots” cuestan dinero. Es algo que no se cuenta, pero cuenta mucho, como dice la campaña de EPN. El costo es mayor si se consideran las características de los más completos (siguen contenidos indicados por presidencia de la República, mantienen interacción con otros temas para fortalecer la percepción de su existencia como usuarios independientes y emiten comentarios sobre algún tema bajo la misma línea discursiva para desviar la atención o “equilibrar” el sentido de las percepciones en las redes sociales) y si están destinados a apoyar las acciones de EPN y su equipo es evidente que su costo sale del erario,  de lo que hasta ahora nadie ha dicho nada.

Conviene recordar lo dispuesto en el artículo 134 constitucional, 8º párrafo, que a la letra dice: “La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.” Y en el siguiente y último párrafo del citado artículo 134 constitucional se establecen directrices para las leyes relacionadas con la materia: “Las leyes, en sus respectivos ámbitos de aplicación, garantizarán el estricto cumplimiento de lo previsto en los dos párrafos anteriores, incluyendo el régimen de sanciones a que haya lugar.”

De lo anterior se desprende que la aplicación de recursos del erario en la creación y operación de “PeñaBots” son inconstitucionales e ilegales por las razones siguientes: a) Desinforman a la sociedad generando en redes sociales percepciones inducidas y falsas con lo que viola el artículo 6º de la Constitución; b) La naturaleza de los “PeñaBots” es incompatible con lo previsto en el artículo 134 constitucional que prohíbe la promoción personal como pasa con estas cuentas; c) Paradójicamente a mayor gasto de los recursos del pueblo más se le desinforma; y d) Existe en este momento la tecnología adecuada para hacer peritajes técnicos sobre la existencia de “PeñaBots” que bajo ninguna forma los puede seguir pagando la sociedad.

Los partidos de oposición a través de sus expresiones parlamentarias en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados deberían crear una comisión especial para ahondar sobre este tema de desaseo del dinero de la comunidad para manipularla y desinformarla. Algo tendrían que decir  @FMartinezNeri , @MarkoCortes, @Dolores_PL, @rocionahle, @VirgilioCaballe, @ClementeCH, @nenaorantes, @RicardoAnayaC, @martibatres, @FHerreraAvila y otros tomadores de decisiones.

Fuente: Proceso|  MATHIEU TOURLIERE| Aristegui Noticias